lunes, enero 30, 2006

Hechizo de Jade - Cap 4 (parte 1)

Capítulo 4

Las calles de Sethmill


Armada y oculta bajo una capa de color negro, Ellifain esperaba delante de la puerta de entrenamiento a Hannah impaciente. Aquella sería su primera salida al exterior de la gran mansión de los Helldaën. Por fin el drow salió de su cuarto, llevaba una cota de malla de color negro sobre sus ropas y una capa oscura. Sus dos cimitarras colgaban del cinto. Ningún símbolo visibles los ligaba a Helldaën, no obstante ambos llevaban un colgante símbolo de la casa por si surgían, problemas.

Salieron de la sala de entrenamiento y bajaron hacia la entrada principal de la casa, una vez allí encontraron a un grupo bastante numeroso de soldados. Ellifain se sintió decepcionada, había pensado que recorrerían la ciudad a solas, no con todo un batallón drow armado rodeándolos. Hannah se separó de ella y fue a hablar con dos de los soldados, aquellos de más rango del grupo drow. Sin prestar demasiada atención a Hannah, el grueso de los soldados la observaban. Un grito de uno de los drow que hablaban con Hannah hizo que todos aquellos soldados formaran filas y comenzaran la marcha: no los acompañarían.

Con una gran sonrisa Ellifain se acercó a Hannah y los dos cruzaron la gran reja, su jaula se abría por primera vez. A medida que avanzaban por la ciudad Hannah le explicaba donde estaban, ante la casa de que Familia y otras cosas de la ciudad.

Paseaban por Undaën el barrio más lujoso de toda la ciudad drow. Allí cada mansión era más lujosa que la anterior. Todas tenían grandes esculturas de adoración a Loth, grandes verjas y soldados y otras defensas no tan tangibles protegiéndolas.

Siguieron avanzando por las calles, estas se volvían cada vez más estrechas y menos lujosas cuanto más se acercaban a los barrios bajos. Estaban mucho mas concurridas pero la gente parecía no verlos. Ellifain no se lo explicaba, Hannah llamaría la atención por su porte noble en cualquier parte y ella bueno era como una brillante antorcha entre las pieles negras de los drow.

- Pertenecemos a una de las grandes casas de la ciudad, nadie nos hablará a menos que nosotros les dirijamos la palabra.- Hannah la había estado observando.-

- Bueno a ti si te deben respeto, pero yo soy solo una… esclava.- odiaba aquel término... tan degradante.-

- Pero perteneces a una gran casa, incluso uno de nuestros orcos prevalece por encima de la gente de menor nivel solo por el hecho de pertenecer a la séptima casa.

- Eso es realmente triste.

- Puede... – Ellifain había vuelto a dejarle sin palabras. Se habían alejado de la zona baja para aproximarse a una zona despoblada a las orillas del gran lago, que abastecía a la ciudad.- ¿qué te parece tu primera salida?

- Es sin duda una ciudad muy hermosa…pero terrible.- su voz sonaba triste- He estudiado durante años la historia drow y he vivido en ella, pero en cierto modo a la vez siempre he estado protegida y no conocía el alcance de su crueldad. Mientras paseábamos por esas calles solo he visto desconfianza, miradas de rencor, odio, peleas…

- Eso lo veo normal, pero he de decir que me he ganado mis buenos castigos por mostrar piedad o confraternizar con esclavos. Creer en la sociedad del terror y el caoses mi deber, me he hecho un hueco en ella. Ya estaba convencido de mi futuro: ser el jefe de armas de nuestra casa y llevarla a la más grande de las glorias cuando apareciste tú.- sentado en una roca, mirando al gran lago se despeinó un poco al pasarse la mano por la cabeza – Muchos piensan que me debilitas yo creo que me das esperanzas.

- La madre matrona sabe que tu no eres como los demás, por eso estás bajo vigilancia. Al igual que yo. – se acercó a él y arrodillándose a su lado apoyó su mano en una de sus rodillas.- Confío en ti Hannah, aunque tu no sepas lo que significa esa palabra.

Hannah no dijo nada, no tenía palabras y tampoco sabía si aquello le gustaba o no. Al cabo de un rato decidió romper el silencio y le explicó lo que veían. En el lago había tres grandes islas. Hannah explicó que en ellas se encontraban las dos grandes bibliotecas de magia y el templo de Loth. No pudo decirle mucho más dado que el no las había pisado nunca, dos estaban reservadas a las sacerdotisas y una los magos. Le señaló una gran explanada no muy lejos de donde estaban ellos, allí había un edificio semicircular que se adaptaba al contorno de la playa. Eso es la escuela de adiestramiento para el combate, su nombre es Thalack ´Amond. Luego señalando a una zona más elevada señaló un enorme edificio de forma circular rodeado por un resplandor azulado. Eso es Witharem la escuela de magia. Por último señaló un gran edificio en forma de araña que se encontraba por encima de la escuela de los magos, esa es la escuela para las sacerdotisas su nombre es Mele´daleni. Toda la zona está protegida por conjuros, normalmente solo suelen pasear por esa zona los estudiantes. Dando por terminada la explicación se levantó y ambos volvieron a pasear de nuevo por las calles. Apenas hablaron, ambos estaban centrados en sus pensamientos. Tal vez de no haberlo estado hubieran reparado en que alguien los seguía. Kraesh había tenido dificultadades, Hannah era el mejor guerrerode la casa y ocultarle su presencia no era precisamente un juego de niños, no obstante el drow había estado distraido todo el tiempo. Les siguió de vuelta a la mansión. Una vez allí se dirigió a informar, no había hecho aquello por gusto, aunque debía reconocer que la tarea no le había disgustado mucho. Nush lo es esperaba.

La sacerdotisa se hallaba en su biblioteca privada esperando el informe. Tras oír el relato de Kraesh acerca de la primera salida de Elliffain estaba furiosa. Así que esos dos mosquitos insensatos se atrevían a desafiar a la naturaleza, se atrevían a desafiar los deseos de caos de la divina Loth. Pagarían caro su osadía. Salió de la habitación con rapidez dejando ahí a Kraesh. Este se quedó inmóvil arrodillado, no le habían dado orden de abandonar la estancia.

La madre matrona tomaba un baño cuando oyó los gritos de Nush dirigidos a uno de sus guardias custodios. La puerta se abrió de inmediato y Shaëia vio al guardia tumbado en el suelo, seguramente muerto.

- ¿Qué significa esto?- por primera vez Nush se dio cuenta del error cometido, por muy furiosa que estuviera y muy importantes que fueran sus noticias nunca se debía interrumpir a la madre matrona sin su permiso. Se postró en el suelo con gran rapidez.-

- Disculpadme madre matrona, pero tengo noticias de gran importancia que debéis conocer cuanto antes, se imponen dos ejecuciones, una desde luego es necesaria.

- Cuéntame ­– sin alterarse los más mínimo por la preocupación de su sacerdotisa Shaëia se cubrió con un poco más de espuma. El baño era una estancia cuadrada con una gran piscina en medio. Esta estaba llena de un líquido blanquecino parecido a la leche que mantenía suave su piel. Sentada en un banco sumergido la madre matrona solía pasar horas allí pensando mientras que los suaves aromas del incienso la relajaban.-

- Mandé a vigilar a Ellifain y Hannah en esta su primera salida madre matrona…

- No recuerdo haberte dado permiso para ello.- disfrutando del efecto de puro terror que produjeron sus palabras durante unos segundos no dijo nada.- Continúa…

- Hablaron del mundo exterior, de conceptos como confianza y esperanza. Deben ser castigados. Hannah debe ser ejecutado y Ellifain como mínimo torturada.

- Así que sobre la superficie… No entra en mis planes acabar con ninguno de los dos. Eso sería demasiado simple, no sería un buen castigo y además perdería uno de mis mejores soldados Nush. No, debemos minar esa confianza, destruirla y serán nuestros.

- Pero ¿Cómo hacerlo?

- Te consideraba algo más inteligente… Yo me ocuparé de todo.- una sonrisa siniestra se dibujaba en su rostro.- Respecto a no consultarme…harás ayuno total durante los próximos tres días.

- Como ordenéis.

Ya sola, Shaëia se planteó la información que acababa de recibir. A partir de ahora debía controlar aun más de cerca de Nush, empezaba a tomarse demasiadas libertades y sabía a la perfección que la cruel sacerdotisa ansiaba su puesto como matrona de la séptima casa. Ya le daría su merecido a esa engreída, pero ahora tenía cosas de las que ocuparse. Sospechaba desde hacía meses que la relación de Hannah con Ellifain no era la normal entre un alumno y su profesor. Había amistad y quien sabe si el drow se sentía atraído por la joven mestiza. Solo pensarlo la daba náuseas. Un plan se perfilaba en su mente. Acabaría con aquella relación, haría que Ellifain odiara con todas sus fuerzas a Hannah, así la mestiza estaría a su merced. Poco le importaba si acababa matando a su maestro, un varón siempre es reemplazable. Ellifain era otro asunto, ella marcaría la diferencia, así lo habían dicho las profecías el día de su nacimiento.

Ellifain y Hannah andaban por los pasillos, los nervios les atenazaban el estómago, habían sido llamados en presencia de la matrona Shaëia. No se les había indicado el motivo y ambos temían que algún espía se hubiera enterado de sus extrañas conversaciones.

Girando a la derecha por el pasillo del ala norte, allí en la última planta, les aguardaban las respuestas. Al entrar en la sala de audiencias privada de la matrona esta estaba desierta. La sala era alargada, las paredes estaban recubiertas de estanterías recubiertas de toda clase de libros. Las antorchas suspendidas del techo por alguna magia brillaban con su luz azulada sin descanso. Les costó acostumbrarse a esa luz, seguramente Shaeia disfrutaba torturando los ojos de sus visitantes. La sala era cruzada por una alfombra negra que llevaba hasta el magnifico trono de mármol negro. Justo detrás había un gran ventanal desde el que se divisaba el jardín delantero, la verja y gran parte de la ciudad. Una puerta a la izquierda del trono se abrió y la madre matrona salió de ella. Sin tan siquiera mirarles se encaminó al trono, aquel día llevaba un vestido color marfil con una gruesa araña bordada en pecho. Una vez se hubo acomodado en el trono dirigió su mirada hacia ellos.

- Hannah, Ellifain, acercaos.

- Mi señora ­– dijeron los dos al unísono postrándose ante la madre matrona.-

- Os he mandado llamar porque tengo una misión para vosotros. Formaréis una patrulla de guardia para nuestra casa. Será una guardia especial, solo se me transmitirán a mí los resultados y por supuesto nadie debe saber que la realizáis. Es algo secreto.

Recorreréis las calles de nuestra amada ciudad y parte de la Antípoda Oscura. Vuestro objetivo es recabar datos acerca de la sexta casa, nuestra enemiga y todo aquello que pueda favorecernos. Ahora id. Esperaré vuestro primer informe dentro de diez días en la cuarta hora de la tarde.

- Así se hará – dijo Hannah.

* Ea, si sois buenos quizá para el jueves o el viernes os ponga algo más n_n

domingo, enero 29, 2006

Hechizo de Jade - Capítulo 3 (parte 4)

- ¿Qué te pareció la prueba?

- No debiste confiarte tan pronto esos orcos podrían haberte matado por no decir la herida que te hizo ese simple demonio del fuego...

- Pero sigo viva acabé con – un estornudo la impidió terminar la frase.-

- Tienes un buen maestro – lo había hecho bastante bien, pero no pensaba admitirlo.-

Molesta con Hannah por no admitir sus progresos decidió no hablar más. Había pasado media hora y el frío que sentía se había extendido por todo el cuerpo. No podía dejar de estornudar. ¿Cómo podía estar el suelo helado? En la antípoda oscura había lugares donde se ocultaban glaciares pero por lo general predominaba un calor seco. Seguro que aquella bruja había hechizado el suelo solo para torturarla, pero ya estaba acostumbrada a cosas así, al fin y al cabo desde su nacimiento muchos le habían hecho notar que no era exactamente de su agrado. Pasaron dos largas horas y por fin la puerta se abrió. Los dos se acercaron y entraron. La habitación estaba vacía y las cosas de Ellifain se hallaban encima de la mesa. Hannah la indicó con un gesto que las recogiera así que avanzó por la habitación para recogerlas, eso si, vigilando el espejo de reojo.

Sintió un gran alivio al ponerse sus botas y comprobó con satisfacción que por mucho que intentase hacer ruido sus pasos no se oían en absoluto. Guardó sus armas y se puso los brazaletes, estos últimos no parecían haber cambiado en nada. Por último recogió su diadema y se la puso. Estaba segura de que le sería muy útil, aunque si su mentira para conseguirla era descubierta podría traer problemas.

Hannah y ella reemprendieron su marcha a través de los pasillos de la mansión esta vez hacia la sala de entrenamiento. Ellifain había pensado mantener una charla con su “amo” para probar la diadema pero sus expectativas se vieron rápidamente frustradas.

- Cuando estés conmigo, quítate esa diadema.- desilusionada se la quitó.-

- ¿Deseáis algo mi señor? – su tono sumamente seco revelaba la ironía que había en aquellas palabras.-

- Quizá si, en mi cuarto. – una expresión de miedo asomó a los ojos de Ellifain, Hannah sabía a la perfección en lo que ella pensaba, que iba a forzarla, bien el susto la enseñaría a ser mas respetuosa.- Ve y cámbiate de ropa, te esperaré.

Ellifain vio como Hannah se metía en su cuarto, se dirigió al suyo ¿Acaso iba a intentar...? Temerosa de lo que pudiera pasar se cambió de ropa y se cepilló el pelo que dejó caer libremente sobre su espalda. Dejó la diadema encima de la mesilla, al igual que sus armas, no podía llevarlas si no era un entrenamiento. Cuando llamó a la puerta del dormitorio de Hannah estaba realmente aterrorizada.

- Pasa – Hannah estaba tumbado encima de la cama, se había la capa y la cota de malla que solía llevar encima. Al mirarla soltó una leve carcajada.- No te voy a hacer nada. Pero si tú lo piensas, esos posibles ojos indiscretos también. Tengo que hablarte de algo. – Sacó el libro que ella le había dado de debajo de la almohada.

- Es solo un libro – su mirada recorrió la habitación buscando posibles espías.-

- Acércate. – No tenía ningunas ganas de acercarse mas al drow, pero no tenía opción.-

Cuando llegó a la cama se sentó en uno de los bordes, fue entonces cuando reparó en una hoja escrita. Dirigió una mirada a Hannah que asintió. Tomó el libro:

No creo que haya espías aquí dentro, pero es preferible tomar precauciones. Finge estar sirviéndome de algún modo y habla en susurros


De acuerdo, pensó aquel era un buen plan. Miró a Hannah pensando en que podría hacer para estar cerca de él y así poder conversar. Se le ocurrió algo, no era muy ortodoxo pero dudaba que si alguien los viera sospechara nada raro. Se acercó a el y pegándole un suave empujón hizo que acabara tumbado de espaldas. Se puso a horcajadas sobre él.

- ¿Listo para su masaje señor?

- Si…claro - ¿pero que demonios hacía esta mestiza?

- ¿de qué querías hablar?- dijo ya en susurros mientras comenzaba a masajearle la espalda.-

- ¿eh? ¡ah! Verás, ese libro que me diste… - parecía dudar a la hora de elegir las palabras – tiene ideas bastante…interesantes.

- ¿crees que es cierto? – la voz soñadora de la muchacha le indicó cuanto deseaba ella que aquello fuera cierto.-

- No lo sé, pero puedo averiguarlo o al menos intentarlo.

- ¿Cómo?

- Verás hay una shulap en las cocinas, quizá pueda ayudar.

- ¿las cocinas? No, no puedes acudir allí acababa de recordar la historia que Hiva le había contado.-

- ¿Por qué no?

- Bueno verás, sé que hace ya tiempo bajaste a las cocinas, alguien te vio allí y se lo contó todo a la madre matrona. Si vuelves, te pondrás en peligro y yo no querría que… ­- se interrumpió, ¿en qué estaba pensando? –

- Tú… ¿te preocupas por mí?...

- Si…bueno…tú eres diferente a los demás. Eres más parecido a lo que yo espero del mundo.

- ¿Cómo puedes esperar algo habiéndote criado aquí? – su voz era pura melancolía-

- Bueno, de niña, antes de que mis entrenamientos empezaran estaba prácticamente todo el día sola. No sabía nada de este mundo por lo que podía pensar o hacer lo que quisiera, solo Noä se ocupaba de mí. Luego comencé con la hechicería, vi como era este mundo y perdí la esperanza…hasta que encontré ese libro. Me dio fuerzas.

- Deberíamos ir a comer, esta tarde recorreremos la ciudad. – No podía admitirlo, no podía decirle que desde que la había conocido él tenía esperanza.- Por cierto...¿desde cuando me vigilas?

- Yo no..no te vigilaba, solo quería saber más...

Ellifain había dejado de hacerle el masaje y le observaba, su expresión era extraña. Clavó sus ojos en los de él de tal forma que parecía como si fuera a atravesarle. Buscaba respuestas y él lo sabía, pero no podía dárselas. Sabía que ya era tarde para volver atrás, para impedir que aquel lazo de esperanza que los unía se formase, pero todavía no estaba dispuesto a admitir su existencia. Ellifain dejó de mirarle y se dirigió a la sala de entrenamiento donde la comida ya estaba servida. El aguardó unos segundos a que su cabeza, repleta de pensamientos se calmase. Lo primero que hizo fue destruir el mensaje que había escrito. Después levantándose se dirigió a comer y a enfrentarse nuevamente a los ojos escrutadores de Ellifain.

Bueno, como esta ha sido cortita, mañana por la mañana os pongo el principio del 4 capítulo.

martes, enero 17, 2006

Hechizo de Jade - Capitulo 3 (parte 3) -

Por la mañana Ellifain estaba muy nerviosa, aquel día se probaría si lo que Hannah la había enseñado durante esoscinco meses largos había servido de algo. Se vistió a toda prisa, cogió sus brazaletes y la diadema y se los puso. Ató el cinturón con las cimitarras a sus caderas y colocó los sai cruzados en la parte de atrás del mismo. Se aseguró de tener las botas bien atadas y por último se recogió el pelo en una coleta alta. Salió a la sala de entrenamientos para desayunar, no había rastro de Hannah, así que se tomó el zumo de Shiba* y un par de barras de pan. Ahora tocaba esperar, y cada minuto que pasaba se le hacía eterno. Un poco antes de la hora, revisó que todo estaba en orden y bajó a los jardines de la casa.

No había cruzado el umbral norte de la mansión cuando un orco se acercó a ella y con un gruñido le indicó que le siguiera. Se dirigieron a la parte trasera de la mansión mucho más resguardada y alejada de miradas ajenas. Hannah la esperaba.

- Bien, aquí empieza el circuito, tu meta es llegar hasta el gran árbol de Shivas.

- ¿Algo más?

- Un guerrero drow no necesita más que sus órdenes y sus armas.

Tras unos segundos esperando que Hannah dijera algo más y viendo que esto no iba a pasar, Ellifain comenzó a avanzar. Aquella zona del terreno estaba particularmente llena de estalagmitas y estalactitas donde podían ocultarse con facilidad numerosos enemigos. Desenfundó las cimitarras. Caminaba despacio, poniendo un pie delante del otro sin hacer apenas ruido y manteniendo todos sus sentidos en alerta. Notó una ligera brisa sobre su cabeza. Algo se movía ahí arriba. Fingió no haberlo notado y prosiguió su avance. Su enemigo, un soldado raso drow, que se suspendía en el aire gracias a los poderes innatos de su gente,no tardó en intentar un ataque por la espalda. Una vuelta rápida, parada y ataque, aquello era pura rutina tras entrenar con Hannah. En dos fintas sus cimitarras habían alcanzado y arañado dos puntos vitales de la armadura drow. Este se retiró. Siguió avanzando y llegó a una parte cercana a la pared de la cueva, desde ahí podía ver claramente su objetivo y una senda no demasiado vulnerable para llegar a él. Pensando que así estaría a salvo pegó su cuerpo a la piedra. Pronto se dió cuenta de su error, unas manos surgieron de la oscuridad,agarrando su fragil cintura. Un elemental menor, debía haberlo supuesto. La criatura, hecha de piedra, la doblaba en tamaño y quintuplicaba su fuerza. Consiguió zafarse del abrazo de aquel ser gracias a unos precisos cortes de las cimitarras en las extremidades que la agarraban y sin pensarlo entonó un hechizo. El elemental quedó reducido a cenizas. ¿En qué demonios pensaba Hannah? ese bruto podría haber partido su columna en dos.

Ante ella se extendía ahora un camino formado por estalagmitas y estalactitas mas parecido a un pasillo que a otra cosa. Entró en el túnel sin pensarlo. Un fogonazo a su derecha la advirtió con escasos segundos para una esquiva de la presencia de un demonio de fuego. Rodó por el suelo mientras intentaba adaptar lo más rápido posible su visión al espectro de luz normal. El ser de reducido tamaño la miraba maliciosamente. En su mano había un látigo que desprendía una luz rojiza. El bicho la atacó con rápidez, un chásquido y antes de que se diera cuenta el látigo se había enredado en su brazo derecho. Quemaba, la estaba abrasando. Ellifain alzó su mano libre con la intención de cortar el látido, pero antes de que pudiera hacerlo el demonio lo retiró. No tardó mucho en probar suerte con una nueva acometida del látigo pero ésta vez la mestiza estaba preparada y lo esquivó. Una idea hizo sonreír a la muchacha. El látigo se elevaba de nuevo para arremeter contra ella, pero ésta vez no intento esquivarlo, lo desvió hacia la roca más cercana. En su otra mano la cimitarra había desaparecido sustituida por uno de los Sai que dejó clavado en la pared inutilizando el látigo. Desconcertado el demonio intentó liberar su látigo dando tiempo a Ellifain para acercarse a él armada de nuevo con sus dos cimitarras. El demonio se giró en el último instante para intentar evitar el ataque pero ya era demasiado tarde, una de las cimitarras le atravesaba limpiamente la garganta. Recogió su sai y tras observarlo durante un par de segundos cogió también el látigo de fuego; lo enroscó y lo colocó en su cinturón. Ya estaba cerca de la salida cuando un grupo de tres orcos la atacó. Viéndose tan cerca de la meta había bajado la guardia por lo que recibió un fuerte golpe en el costado antes de ponerse a la defensiva. Utilizando magistralmente las fintas aprendidas y tantas veces utilizadas en los entrenamientos, Ellifain consiguió desestabilizar a uno de los goblinoides y derribar a otro con un tajo en el cuello. Quedaban dos. Los orcos no eran tan tontos como ella pensaba. Uno comenzó a atacarla de frente mientras que el segundo lo intentaba por le costado. Detenía ataque tras ataque con soltura, pero ella misma se estaba dando cuenta de que perdía terreno. un garrotazo realmente fuerte en el brazo quemado le hizo soltar la cimitarra. El orco avanzó seguro de que la muchacha estaba desarmada. Ellifain se dejó caer al suelo y rodó. Y fue el sorprendido primer orco quien recibió un golpe directo de su compañero que no había frenado su impulso a tiempo. Desenvainando los Sai a su espalda Ellifain asestó un fiero golpe en el costado al orco atontado para luego situarse detrás de el y usarlo así como escudo frente a su compañero. Había sido un buen movimiento porque el otro orco había caido totalmente en la trampa y remataba a su compañero. Quedaba uno y estaba enfurecido. La muchacha esperó a que el orco se acercara y con una voltereta lateral se alejó de su alcance, rodó por el suelo situándose tras el. El orco se daba la vuelta buscandola. Tenía un plan. Un globo de oscuridad los rodeó. En el ella tenía ventaja. Aguzó su oido, el orco trastabilleaba a unos pasos a su izquierda. Le rodeó en el mas completo silencio. Cuando el globo de oscuridad se disipó el orco estaba en pie, sobre el aferrada a su espalda estaba la mestiza. Ambos cayeron. Pocos segundos después casi sin aliento Ellifain extraía sus sai del costado y garganta del orco. El arbol estaba ya muy cerca.

Hannah desde una posición elevada observaba el desarrollo de la prueba. Aún la faltaba mucho por aprender, dejarse sorprender tan facilmente era estar muerto, no obstante debía admitir que le había sorprendido ver con qué soltura había combinado sus artes de magia con la batalla. Tenía espíritu, se dijo mientras observaba la pelea contra el grupo de orcos, combatía sin descanso. Una sonrisa de pura satisfacción apareció en el rostro del drow.

Una vez finalizada la prueba Ellifain vio bajar a Hannah, sabía que no andaba muy lejos, le gustaba demasiado vigilarla y sacar a relucir posteriormente todos los fallos. Bueno, en esta ocasión, el drow no conseguiría aplacar la alegría que sentía por haber superado su prueba.

Una voz fría como el hielo hizo que olvidara por completo todo sentimiento de felicidad y orgullo. La matrona Shaëia había observado la prueba cómodamente apostada en algún lugar cercano . Junto con ella se acercaban un gran numero de soldados y miembros de la casa que debían haber estado observando la prueba.

- Has cumplido con la prueba asignada como un soldado de esta casa Ellifain. – Aunque había una sonrisa en su cara, esta no expresaba ni el más mínimo asomo de cariño u orgullo, era más bien como una mueca. – Ahora estás lista para enfrentarte a las calles de nuestra ciudad, al mundo y por supuesto a la Antípoda Oscura como representante de nuestra gran casa: Helldaën.

La miró fijamente durante unos segundos y a continuación posó su mirada en Hannah. Este al ser observado se arrodilló rápidamente ante Shaeia, que ensanchó mas si cabe aquella macabra sonrisa suya.

- Tu recompensa Hannah… - Al decir aquellas palabras su brazo señaló hacia Ellifain – Será tu esclava a partir de ahora, al fin y al cabo es solo una mestiza.

- Me honráis en demasía – La farsa había comenzado. Shaëia le había regalado a Ellifain delante de muchos de los miembros de su casa como un objeto de poco valor. Aquella era una de las numerosas mentiras que formaban el entramado mundo drow.

Si Ellifain sabía que se iba a convertir en su esclava como el había sospechado lo disimuló perfectamente. Permanecía de pie, en el mismo lugar donde Shaëia la había recibido pero agachaba la cabeza como si estuviera tremendamente avergonzada. Al retirarse la madre matrona los comentarios no se hicieron esperar: “Era lógico, es una mestiza”, “Pensó que era superior a nosotros, tiene su merecido”, “Dale su merecido”…

Por extraño que le pareciese a Hannah le desagradaron tremendamente esos comentarios. Volvía a estar preocupado, desde que le habían encargado proteger y entrenar a Ellifain había cambiado. Cada vez se alejaba más de lo que se consideraba apropiado.

- ¡Vamos!- agarró a Ellifain de la muñeca y tironeó de ella, la muchacha trastabilló mientras los drow que todavía observaban rieron. –

Atravesaron los jardines a gran velocidad. Hannah la llevaba casi en volandas y solo redujo el ritmo para abrir una puerta de servicio camuflada entre dos enormes estatuas drow que representaban a dos guerreras de la casa. Entraron y cruzaron los pasillos a toda prisa. Ellifain soltó un leve gemido, la agarraba del brazo herido. Llegaro a un primer tramo de escaleras. Sus aposentos se encontraban en la tercera planta. Comenzaron a subir. Ya habían llegado a la segunda planta cuando Hannah pegando un brusco tirón de su muñeca, giró hacia la izquierda. Aquellos pasillos formaban la armería. La mayor parte de los soldados vivían en aquella parte de la mansión. Mientras volaban por los pasillos Ellifain pudo ver decenas de habitaciones alargadas con literas llenas de varones drow que aprovechaban su escaso tiempo libre de las mas variadas formas. Tomaron un nuevo pasillo, esta vez a la derecha. Ellifain nunca había estado en aquella parte de la casa. Llegaron a una sala circular, había cinco puertas. Hannah se dirigió a la que quedaba justo en frente, llamó y a continuación sin esperar respuesta entró.

Aquella era la sala más extraña que Ellifain había visto jamás. Era completamente circular y estaba llena de artilugios mágicos por todos lados. También había armas, mapas, estatuas, parecía un gran trastero. En la parte más alejada de la puerta había una mesa redonda, la cubría un mantel de lo que parecía seda de un color rojo sangre, aunque este solo era visible por lo lados ya que estaba repleta de papeles. Libre al fin del agarre de Hannah se agarró el brazo herido y miró a su alrededor. Un gran espejo llamó su atención. Era realmente alto y parecía muy viejo. Se acercó al el y al ver su aspecto desaliñado con sus ropas rasgadas y llenas de polvo, las heridas y demás rastros de la batalla no pudo evitar avergonzarse. Empezó a sacudir sus ropas mirándose en el espejo cuando su reflejo cambió. De repente vio a una mujer anciana que le devolvía la mirada. Dando unos pasos hacia atrás asustada chocó con Hannah.

- Rei – dijo Hannah. Ellifain volvió a mirar al espejo y vio que la anciana lo había atravesado. -

- Hannah – su voz sonaba como si emergiera de las profundidades de un abismo. Llevaba una túnica color azul oscuro y el pelo recogido pegado a la nuca le daba un aire serio. Ellifain la observaba y cuando levantó la mirada se encontró con que la anciana había clavado sus ojos en ella – esta debe ser la mestiza de la que tanto he oído hablar. ¿para qué la has traído?

- Necesito que utilices tu magia. Ahora es mi esclava y me acompañará donde yo vaya, no puedo permitirme que me descubra su presencia. – Ellifain no entendía nada en absoluto –

- ¿por qué debería ayudarte? Solo eres un varón y ella una esclava.

- Por el bien de nuestra casa.

La anciana caminó hacia la mesa, para la edad que aparentaba se movía con bastante soltura y elegancia. Se sentó en un cómodo sofá y clavó su mirada en ellos. Alargó la mano hacia una caja que había sobre la mesa y de ella extrajo lo que parecía una pipa, la encendió y pasó varios minutos observándoles. Hannah no se movía.

- Necesitará que sus botas no emitan sonido alguno cuando ella así lo desee y quizá encantar esos brazaletes para dar mas fuerza a sus débiles muñecas de mestiza. – un ataque de tos la interrumpió -

- ¿Y sus armas?

- Pides mucho y no das nada a cambio varón

- ¿qué podría un simple varón como yo ofrecerte? Al fin y al cabo todo lo que hagas te será agradecido por Shaëia en la medida que mi esclava satisfaga sus expectativas.

- A las armas solo puedo hacerles un conjuro para que sean más resistentes, pero a esa diadema suya quizá pudiera hechizarla. Dámela – extendió su mano hacía Ellifain, esta se quitó la diadema y se la acercó.- Si, veamos, se me ocurre algo fuera de lo corriente. Dime muchacha ¿sabes algún hechizo para averiguar intenciones?

- No… - la matrona Shaëia no había considerado adecuado enseñarle ese tipo de magia, quizá porque temía las cosas que ella podría averiguar. – eran demasiado complicados.

- Lo suponía, de alguien como tú que otra cosa se puede esperar. Hechizaré esta joya de forma que puedas averiguar cuando alguien miente y cuando no. Deja las armas, los brazaletes y tus botas aquí. Ahora esperad fuera, tardaré un par de horas como mucho.

Ambos salieron de la habitación, estaban de vuelta en la primera habitación circular. El suelo de mármol negro estaba helado y Ellifain al cabo de un rato a penas sentía los pies además cada vez le dolía mas el brazo.. Quizá algo de conversación la distraería...

* Planta dulce que los drow consideran energética

Y hasta aquí por hoy. Como soy buena y he escrito más, dentro de poco subiré un cachito mas. ^^

miércoles, enero 11, 2006

Capitulo 3 - Parte 2 -

Shaëia estaba furiosa paseaba de un lado a otro de su cuarto, iracunda, dándose ligeros golpes con el látigo de siete cabezas que tanto la gustaba. Sus planes se estaban viendo alterados y no había nada que enfureciera más a la madre matrona de la casa Helldaën. El látigo chasqueó en el aire.

- Vuelve a contármelo todo, desde el principio – un drow andrajoso arrodillado en el suelo levantó un poco la cabeza. Tenía la camisa desgarrada, a buen seguro a causa de los numerosos latigazos recibidos, no obstante no se quejaba, guardaba un prudencial respeto mientras la matrona hablaba.–

- Yo estaba en la cocina mi señora, preparando la comida para los esclavos. Entonces la puerta se abrió y entró el señor Hannah. Parecía buscar a alguien. Esa asquerosa shulap apareció y me dijo que me fuera, pero yo me quedé detrás de la puerta. Ya se conocían, estoy seguro. Él la preguntó acerca de la dama Ellifain. Estuvieron hablando un buen rato, no recuerdo todo lo que se dijo.- su voz era cascada, y hablaba atropelladamente, el miedo lo paralizaba y para cuando terminó de hablar el drow temblaba de pies a cabeza.-

- Si ocurriera de nuevo, avisa a Nush. Ahora vete. – el siervo hizo una nueva inclinación y se marchó de la habitación. – ¿Qué te parece Nush? – De las sombras, en un rincón de la habitación, salió la obesa sacerdotisa. –

- Deberías retirar a Hannah del entrenamiento, usad a Kraesh en su lugar.

- Kraesh no tiene el nivel que necesito, estoy segura de que bajo las enseñanzas de Hannah en poco tiempo Ellifain podrá vencerle.

- Hannah es peligroso, su debilidad se agudiza y le pierde cada día más, si contagia a la chica vuestros planes no habrán servido de nada.-dirigiendo su mirada a un esclavo que recogía los restos de la cena dijo - Tú, ¿a que esperas? tráeme algo de beber. – el sirviente se acercó tembloroso con una copa en la mano, cuando se retiraba Nush lo derribó de una patada, date mas prisa o la proxima vez sufrirás mi látigo.

- Le pondré bajo vigilancia por el momento, veamos que pretende mi hijo – con las ultimas palabras un gesto de asco que fue remplazado por una malévola sonrisa, estaba claro que planeaba algo.- Retiraos -

Una vez fuera de la habitación de la dama matrona, Nush se dirigió refunfuñando a su cuarto y mandó llamar a un soldado. El esclavo sabía perfectamente cual sería la tarea de aquel hombre, no le envidiaba en absoluto. Con rapidez se dirigió a uno de los pasadizos del servicio. Eran pasillos muy estrechos por los que se movían los sirvientes de la casa. Llevaban a casi cualquier parte de la casa, desde los grandes cuartos hasta las cocinas, a ningún drow le gustaba ver pasearse a los inferiores entre ellos. Los pasillos estaban casi desierto, era al fin y al cabo muy tarde y no nadie reclamaba servicio alguno, todos dormían en la casa. Tras recorrer los sinuosos pasillos llegó al comedor próximo a las cocinas, donde los sirvientes pasaban la mayor parte de su tiempo cuando no tenían misión alguna. Solo Hiva, el anciano ciego estaba en la estancia, realmente era muy tarde. Los esclavos condenados a vivir bajo el dominio de sus superiores sabían mejor que los propios amos las intrigas que ocurrían en la casa y a menudo las comentaban entre ellos. No es que le agradase mucho conversar con el anciano, a quien consideraba demasiado tonto para entender lo que el decía, pero no había nadie mejor y aquello era realmente interesante.

- ¡Eh! Escucha, he estado en la habitación de la matrona limpiando y ni te imaginas lo que he oído. La matrona va a poner vigilancia a su hijo Hannah. No confía en él, cree que puede malograr a Ellifain o algo así. ¿No te parece interesante? ¡Eh viejo! ¿Me escuchas? – como contestación solo oyó un leve ronquido – Para que me habré molestado.

Pero Hiva muy lejos de estar dormido había escuchado perfectamente lo que aquel imprudente le había contado. Si la madre matrona ponía vigilancia a Hannah, lo más seguro es que advirtiera la extraña influencia que esos dos se causaban mutuamente. Tenía que advertir a la joven señorita cuanto antes.

A la mañana siguiente Hiva acudió a despertar a Ellifain como siempre y le reveló en susurros lo que había averiguado. Cuando se marchó Ellifain se quedó pensativa. Hannah había resultado diferente a lo que esperaba y no quería que le quitaran de su puesto pero ¿Cómo advertirle? ¿debía hacerlo? ¿era aquello otra de las muchas intrigas de la madre matrona?

Nerviosa cogió un libro de debajo de su cama. Solía ocultarlo debajo del colchón. Ese libro significaba mucho para ella, en el se encontraban sus sueños y esperanzas, en el se hablaba de forma diferente del mundo exterior y sus razas. Había tomado una decisión y esperaba no arrepentirse. Cogiendo pluma y tinta garabateó en la primera hoja del libro un mensaje en clave que esperaba que Hannah comprendiera. Salió a desayunar y encontró que él ya la esperaba.

- Vamos, desayuna rápido, no hay tiempo que perder.

- Te he traído algo, es un libro que me gusta bastante, habla de nuestra raza y de otras. – Clavó su mirada en Hannah, y este desconcertado entendió que por alguna razón aquello tenía más importancia de la que parecía.- Ten, léelo.

- Bueno ¿entrenamos?

El entrenamiento fue como el de los días anteriores, practicaron paradas, cintas y tácticas de lucha tanto con las cimitarras como con los sai. Ellifain había mejorado tanto que dentro de poco se enfrentaría a un examen. Si lo superaba saldrían al exterior de la mansión antes de lo previsto. Realmente era sorprendente.

Terminado el entrenamiento ambos volvieron a sus habitaciones. Hannah, optó por un buen baño y ya se disponía a echar una buena cabezada cuando reparó en el libro tirado sobre su cama. Estuvo tentando de seguir en su propósito de echarse a dormir pero al recordar la mirada de Ellifain cuando se lo había entregado cambió de idea. Se sentó en la cama y tras mirar por encima una descolorida y ajada portata decidió empezar a ojearlo.

Mientras pasaba las páginas con rápidez vió imágenes que se suponía representaban el exterior, verdes campos, edificios extraños, realmente no había nada de interesante. Iba a dejarlo ya cuando cerca del final del libros vio unas frases escritas a mano.

“Ojos que miran a dos extraños los juzgan, de ellos dependen sus vidas

Las Almas inconformes con aquello que las rodea deben creer”

Lo leyó varias veces sorprendido. Al principio no lograba entender su significado pero tras unos minutos calló en la cuenta: los vigilaban. Pero ¿Y la segunda línea? ¿Qué significaba? Almas inconformes con lo que las rodea, ¿ellos dos? ¿creer en qué?

No lo entendía. Tal vez el libro le ayudara a entender lo que ella quería decir, así que comenzó a leer. A las pocas páginas supo que aquel libro no debía estar en posesión de Ellifain, de hecho un libro como aquel no debería existir en Sethmill. Era totalmente diferente a todo lo que había leído hasta ahora, diferente a aquello que le habían inculcado desde niño y en la escuela drow. Se hablaba de las otras razas de la superficie, pero no como meros seres inferiores o enemigos, si no de sus costumbres y su nobleza, de su forma de vida. Hannah leyó por primera vez la historia de su pueblo contada por aquellos que pertenecían al mundo exterior. Pasó la noche en vela leyendo el libro. No podía asimilar que todo aquello que había leído fuera verdad.Era una patraña, aquello no contradecía la historia. Pero algo en su interior no le dejaba tranquilo, necesitaba hablar con alguien. Neko, ella podría contarle la verdad, iría a verla. Se había puesto de pie cuando recordó el mensaje de Ellifain. No podía ir, si alguien le sorprendía hablando con la Shulap les matarían.

Malhumorado e inquieto decidió dedicarse a preparar el examen de Ellifain, sería al día siguiente.